INTERVENCIÓN DE LA ALCALDESA DE LANGREO EN LA CELEBRACIÓN DE LA FIESTA DE EL CARBAYU

Es una alegría y un placer compartir una jornada relajada de fiesta y diversión con todos los que habéis decidido venir a El Carbayu a celebrar este 8 de septiembre, que es al mismo tiempo día de Langreo, día de Asturias y día de celebración por todo lo alto aquí arriba, junto al santuario de la patrona del concejo y al mirador que se asoma al valle del Nalón. Voy a empezar por saludar a los vecinos y vecinas y también a quienes nos visitan desde otros concejos asturianos o desde otras comunidades autónomas españolas. Bienvenidos todos y todas y muchas gracias por estar aquí, por acordaros de Langreo y por hacer posible con vuestra participación que estas fiestas sean un éxito.

Desde el pasado jueves, sin embargo, el espíritu festivo de este concejo sufre un grave golpe que empaña los ánimos. Más de cien familias ven amenazado su sustento y su futuro por la decisión de la multinacional Vesuvius de cerrar su fábrica de Riaño. Ya lo he hecho en persona y voy a volver a hacerlo ahora en público: quiero transmitir a esos trabajadores y a los suyos todo el apoyo y la solidaridad del Ayuntamiento de Langreo. Respaldamos sus movilizaciones y estaremos a su lado para intentar evitar la marcha de la empresa y los despidos que acarrearía esa decisión. En coordinación con los gobiernos de Asturias y España, trabajaremos por conseguir una solución que evite la destrucción de puestos de trabajo. Es una amenaza para la plantilla afectada, pero también para el futuro de Langreo y de todas las cuencas mineras. No podemos permitir ya ni un golpe más a nuestro sector industrial. Especialmente, si procede de una empresa con beneficios que se decide a deslocalizar su producción por mera codicia.

En medio de esos nubarrones económicos, sin embargo, tenemos vecinos y vecinas que se esfuerzan por el bien común y por organizar buenos momentos abiertos al disfrute de todo el mundo. Permitidme por ese motivo un saludo más detenido y particular para todos los socios y socias, así como para la junta directiva, de la Sociedad de Festejos y Cultura Nuestra Señora de El Carbayu. Creo que se merecen esta mención aparte. Unos sostienen y financian y otros planean, organizan y ejecutan estas jornadas festivas de septiembre. Con ellas celebramos tanto la unidad y las mejores virtudes de Langreo como a la Virgen de El Carbayu y a las tradiciones del pueblo que vive a los pies de su santuario. Como todos mis predecesores en la alcaldía, he visto de cerca y puedo dar fe de la cantidad de trabajo, ingenio y dedicación que invierten durante todo el año para brindarnos a los demás la misa, la procesión, los bailes, la comida, los juegos infantiles o las verbenas.

Porque es bien cierto que la fiesta estuvo a punto de desaparecer hace apenas una década. Fueron momentos muy graves, en los que todas las salidas parecían cerradas. Pero El Carbayu renació. Desde 2012 es Fiesta de Interés Turístico Regional y la actual Sociedad de Festejos tiene el músculo necesario para organizar hasta tres días de actividades, como ha hecho este año. Podemos personalizar los agradecimientos por ello en Julio González, el presidente –muchas gracias, Julio–, pero eso es quedarse escasos. Muchas gracias a todos y todas los que colaboráis para que todo esto sea posible.

Trabajáis en un tarea colectiva muy meritoria. Porque no ya como alcaldesa, sino como simple langreana, es una emoción intensa la que me causa estar aquí en un 8 de septiembre. Hace unos 300 años que está documentada la primera romería en El Carbayu. Eso significa que langreanos de cuatro siglos –el XVIII, el XIX, el XX y ahora el XXI– se han sentido impulsados a reunirse en este paisaje una vez al año para celebrar lo que les une. Ha cambiado la sociedad y ha cambiado nuestra relación con el hecho religioso. Estos días, aún algunos de nuestros vecinos y vecinas madrugan para acudir a la novena por devoción a la Virgen. Otros muchos viven en un marco secular y, aunque no compartan esas creencias, las respetan y celebran esta fiesta como una oportunidad de reencuentro con vecinos, familiares y amigos, un buen motivo para comer, beber, bailar, charlar y reír al aire libre.

Todo lo que refuerza nuestros lazos como comunidad, todo lo que nos acerca a nuestros vecinos y nos recuerda nuestros propósitos comunes como ciudadanos que comparten un mismo espacio, es bueno para Langreo. Y creedme si os digo que necesitamos todas esas cosas. No voy a empañar esta ocasión alegre con pensamientos funestos, pero tampoco descubro nada si os alerto de que vienen tiempos difíciles y cruciales para nuestro concejo. Vesuvius es solo una advertencia en voz alta que acaba de llegarnos.

La descarbonización de la economía, la transición ecológica y todos esos conceptos de los que hablan los medios de comunicación no son solo abstracciones y términos complejos sin relación con nuestras vidas. Están cambiando el mundo ahora mismo, mientras nos congregamos aquí, y es inevitable que sus efectos se sientan en Langreo como en todas partes. El cierre de los pozos del carbón, la posible clausura de la térmica de Lada, la necesidad de encontrar nuevas ocupaciones y nuevas industrias en nuestro territorio, ya golpeado en cadena por todas las reconversiones que empezaron en los años 80, nos abocan a tiempos inciertos.

Pero el resultado no está escrito y no tiene por qué ser necesariamente malo. Si concebimos esa transformación como una oportunidad y no como una derrota decidida de antemano, podemos salir de ella fortalecidos como concejo y con una configuración apropiada para ser en las próximas décadas lo mismo que fuimos en las anteriores: un polo de desarrollo industrial que sirva como referente de excelencia en Asturias y en toda España.

Diréis que a El Carbayu no venimos a eso, y diréis bien. Nos esperan el cordero, las canciones y los bailes. No vamos a dedicar el día de fiesta a reflexiones pesimistas. Pero sí a mezclarnos con los demás, a verlos como personas y a buscar puntos comunes para la risa y la diversión. El Carbayu es un lugar y una oportunidad para la unidad. Y eso está bien.

Venimos de un año en el que ha habido elecciones dos veces y quizá aún haya unos terceros comicios. Esos momentos electorales ponen el acento en las diferencias y en las confrontaciones, pero no está de más recordar que, siendo esenciales para gobernarnos en democracia, no son todo lo que existe. Más allá de nuestros debates y de las descalificaciones que a veces conllevan, somos todos vecinos y, en días como este, compañeros de mesa y mantel. Tal vez no seamos capaces de acordar un menú a gusto de todos, pero nadie debería sentirse impulsado a levantarse e irse. Todos debemos tener un sitio en esa mesa.

Tenemos en el concejo grandes obras pendientes, grandes proyectos que aún debemos culminar y cerrar. Me gustaría que todos nos sintamos partícipes de ellos y que nadie vea su finalización como un triunfo personal de otra persona, sino como un avance largamente debido a Langreo por otras administraciones. Y eso mismo vale para las nuevas iniciativas que pongamos en marcha a partir de ahora. Echo en falta más consenso en el Ayuntamiento. En lo que sea culpa mía o del equipo de gobierno, me disculpo y aprovecho este momento para pedir más espíritu constructivo para trasladar al consistorio el mismo ambiente de hermandad que podemos construir aquí arriba.

Y concluyo para que siga la fiesta. Os animo a todos y todas a disfrutar del día y a alargarlo tanto como el cuerpo aguante. Os animo también a que la fiesta sea cívica y sin incidentes, como corresponde al buen juicio de los langreanos. Feliz Día del Carbayu.